LAS CHICAS SON GUERRERAS (V)

Estamos en el año 1969. Dos hombres se acercan por primera vez a la superficie de la Luna dentro de un armatoste, frágil y feo como pocos.  El momento está lleno de tensión. Millones de personas de todo el mundo siguen la retransmisión en directo y observan la superficie lunar a través de una de las portillas del Módulo Lunar.  Lo que no vieron los televidentes, aparte de la diarrea salvaje que tenía el pobre Neil Amstrong, es que una luz de emergencia se encendía en el tablero de mandos.  Toda la operación estaba  apunto de irse al garete, años de entrenamiento, de diseño, miles de millones de dólares... Sin embargo, esa luz de emergencia acababa de evitar el desastre. Al verla, Neil Amstrong entendió el mensaje que el ordenador de a bordo le estaba transmitiendo, pulsó un par de conmutadores, y se pudo alunizar con éxito.

Lo que poca gente conoce es que ese éxito se debió a la labor de una mujer, Margaret Hamilton.  Matemática por estudios y autodidacta en el mundo de la informática, como muchos de los "gurús" de la edad de oro de la computación, lo que no le impidió convertirse en directora del Laboratorio de Ingeniería de Software del MIT.  Y es que, como decía mi abuela: "El que sabe, sabe, y el que no, p'a cura".  Dicho sea de paso, fue ella la que inventó el término "ingeniería de software".  Se pasó varios años trabajando para la Fuerza Aérea, donde entre otras cosas, ayudó a desarrollar programas de control de radares que permitieran detectar y analizar naves voladoras sin identificar. Eran los años de la Guerra Fría, en los que cada dos meses uno de los dos bandos sacaba a la palestra un nuevo avión o un submarino.

Margaret, con el código (doce
tomos) del software de dirección
del APOLO. ¡Y luego dicen que
una novela de 800 páginas es larga...!
En aquellos tiempos no era extraño ver a mujeres programadoras, pues esa labor casi se consideraba como femenina.  A los hombres les iba más eso de coger un destornillador y un soldador, y no pasarse horas escribiendo códigos. ¡Lo que han cambiado los tiempos!.   Más tarde acabó trabajando para la NASA, donde llegó su gran momento de gloria.  Ella había diseñado programas de direccionamiento para el Proyecto Apolo, aparte de programas de control.  Un día se le ocurrió que, dado que el ordenador de a bordo del Módulo Lunar tenía poca capacidad de datos (apenas unas  4Kb, menos de la cienbillonésima parte de la capacidad de almacenaje del portátil con el que escribo ahora), podrían producirse bloqueos si el pobre equipo recibía demasiada información. Así pues, creó un código para que el ordenador decidiera qué era relevante y qué no.  Y por esa razón se encendió aquel día la luz de emergencia. Le estaba indicando a Neil Amstrong que gran parte de la información era irrelevante, lo que permitió que el astronauta la bloqueara, dejando que el equipo se centrara en los datos del alunizaje.  Con ello se evitó el desastre.

Siguió trabajando para la NASA hasta finalizar el Proyecto Skylab. Debo decir que esto me emociona especialmente, pues tuve el honor de tener en mis manos el código, en lenguaje FORTRAN, con el que se calculó la trayectoria de caída de los restos a la Tierra. Actualmente Margaret Hamilton es CEO de su propia empresa, Hamilton Tecnologies Inc

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